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martes, 20 de enero de 2009

Charalá turístico

En esta grafica, en primer plano está la casa de la Cultura de Charalá, donde se encuentra un rico documental histórico

Actualmente el hombre tiene como meta trabajar y por ello se presentan circunstancias que han permitido afirmar que el turismo se constituyó en una industria dado que los porcentajes per capita que se destina la tranquilidad y los ambientes diferentes para la recreación va aumentando cada día, dentro de las entradas de cada familia. Al referirnos en este tópico y avanzando con esa pequeña población, Charalá está enmarcada por los ríos Táquiza y Pienta, llena de leyendas. No es exagerado indicar que acudir a ella constituye una motivación, diferente porque si bien, no tiene una infraestructura hotelera, si hay personas hospitalarias que permiten permanecer varios días disfrutando de los atractivos entre los cuales podemos enunciar:

AGUAS



Pocas población pueden darse el lujo que la contaminación de aguas aún no han llegado a sus límites. El río Pienta con sus aguas oscuras por naturaleza, recorre las praderas y recibe vertientes que provienen de Ture lugar cercano a Boyacá con el río Negro y su afluente, que corren unas veces raudo, otras veces apacible formando balnearios respecto de los cuales es necesario advertir el riesgo, aún a los buenos nadadores que no pueden confiar en los lechos. De cada colina desciende una quebrada de aguas cristalinas que cada uno de los habitantes bautiza porque nzcan y mueran en su propiedad o avancen en busca del océano. Probablemente ningún cartógrafo, los ha ubicado en sus registros, pero se pueden mencionar las quebradas, Carpintera La Laja, Las Pilas la Sanguina, La Potrera, La Grima o por sus tradiciones como la del Gallo, con el lugar junto a él para degustar peces, que allí mismo se pescan previas instrucciones para hacerlo. La piscina recibe las aguas de la Potrera y el Táquiza con sus rápidos lleva al Fonce el canotaje.

El panorama de Santander es atractivo en todos sus aspectos como puede observar desde un punto que permita seguir las cordilleras, que se levantan enhiestas o permiten ver la profundidad de los cañones y los hilos de agua que se dirige al mar entre los verdes bosques y los múltiples cultivos; las diversas legumbres que pueden alimentar la dieta de los más exigentes en variedad, frutas que en oportunidades no van del comercio por la distancia de los extensos parajes, también de maderas que sin controlar se explotan, quedando la agricultura en un nivel de autosuficiencia para quien cultiva la tierra y no tiene mayor intención que alimentarse al igual que su familia.

Lo que en otra época fuera importante, hoy dejó de serlo, ya el río Magdalena y numerosos ríos carecen de itinerarios de navegación y en realidad no cargan múltiples productos que bien podría ir como van algunos, a mercados extranjeros. Volver a Inicio >

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